Cuál es el objetivo del proceso
educativo? La persona. No sus desempeños, no sus habilidades, no su futuro. La
persona. No su conducta, no su inteligencia, no su éxito. La persona nomás.
Nadie lo va a poner en duda, no sería políticamente correcto. Y sin embargo…
Cuando converso con alumnos,
cuando intercambio ideas con profesores, cuando escucho a padres, imagino a
Jaimito el numérico, Jaimito el verbal, Jaimito el corporal, Jaimito el social,
y todos los sub- Jaimitos que las inteligencias múltiples o las categorías de
evaluación definen; y Jaimito se va nublando y desapareciendo.
Y su existencia adjetivada se
convierte en la distancia que lo separa del ideal en cada una de esas
dimensiones: promedio, por debajo del promedio, por encima del promedio.
Jaimito psicomotor lejísimos del tercio superior. Jaimito es la suma de todo lo
que le falta para llegar a, una adición de carencias.
¿Qué hacer? Pues a punta de
ayudas y terapias, acercar a los N sub-Jaimitos al ideal en cada parcela, de
manera que Jaimito sea idealmente social, numérico, verbal, personal-social,
etc. Pero, en el camino, fuera de inversiones considerables de tiempo, dinero y
energía, lo que ha sido machacado sin pausa es lo que no funciona, lo débil, la
desventaja comparativa, todo desintegrado y parcial.
Jaimito como balance, avanzando
sobre la base de sus fortalezas, explorando la vida con lo que tiene, se
eclipsa frente a los sub-Jaimitos convertidos en pacientes anclados en lo que
no tienen, en lo que les falta, conjugados en negativo y aspirantes al tercio
superior que, lo más probable, termine no sirviéndoles para nada.
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