Hace doce años, en medio de una
fogosa campaña electoral, Alberto Andrade decía que dos de los grandes
problemas de Lima eran la seguridad y el transporte.
Es más, advertía que estábamos al
borde del colapso en ambos temas, y no era brujo ni necesitaba serlo para ver
el futuro que nos esperaba. Simplemente proyectaba lo que ya se vivía en ese
entonces.
Para los dos rubros propuso
planes que hoy, mirando para atrás, queda claro que fue un error no aplicarlos.
Resulta sorprendente recordar ahora que era el alcalde el que hablaba del tema
de la inseguridad y el que hacía propuestas sobre cómo enfrentarla.
Andrade contrató los servicios de
William Bratton, el legendario comisionado de la policía de la ciudad de Nueva
York, para que realizara un diagnóstico y propusiera qué hacer. Bratton había
logrado algo que parecía imposible: convertir Nueva York en ciudad segura.
Luego había hecho lo mismo en Boston y Los Ángeles.
Lo que proponía para Lima era en
resumen la misma fórmula que había funcionado en Estados Unidos.
Bratton, al servicio de la
Municipalidad de Lima, creó un equipo de trabajo y finalmente entregó un plan
que partía de la tolerancia cero: ser implacables con los delitos menores, con
las pandillas, con las personas que delinquen por primera vez. Según el,
castigar el crimen en sus inicios permitiría impedir que la delincuencia y el
crimen organizado se desarrollaran. El Plan Bratton era lo más serio que se había
hecho hasta ese entonces sobre la seguridad, proponía acciones e iniciativas
para mejorar la eficiencia de la policía, la integración con la acción del
serenazgo y la de los vecinos. Requería la utilización de tecnologías de
punta, como cámaras y sistemas de comunicación eficientes y daba la ruta para
contrarrestar la corrupción ya en ese entonces latente en la policía.
Lo increíble es que el plan nunca
se usó y hoy estamos pagando las consecuencias. Los temores de Andrade son hoy
una cruda realidad, y lo que indigna es que teniendo una herramienta en las
manos no la usamos. Hay que aprender la lección.
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