martes, 25 de febrero de 2014

UN PSEUDO ESCOLAR

VOLVIENDO AL COLEGIO
Bultos desformes pasan por el frente de la casa, como si fueran soldados desfilando en un aniversario patrio. Me doy cuenta que son remedos de hombres y hasta podría asegurar que algunas vez fueron  personas como yo. Me mente empieza a transportarme a la realidad hasta que empiezo a ver una luz intensa que me dice que despierto de un sueño nocturno.
En ese momento quise recordar mi sueño pero esto no lo puedo hacer y sin embargo aparece el recuerdo de mis días en que fungí de escolar cuando frisaba los 24 años y estaba haciendo una investigación universitaria, sobre el comportamiento del los alumnos ante un estimulo como el periodismo escolar.
Un día se me ocurrido matricularme en el último año de un colegio estatal de un distrito de nivel medio. Y me atreví a hacerlo en el colegio donde terminé mi secundaria. Sabía que era un atrevimiento pero las características se adecuaban al trabajo de investigación. Además quería aprovechar mi tiempo de vacaciones, tanto en la universidad como en el trabajo.
Fui y sin problemas sorprendí a la encargada de matrículas y pude volverme un alumno de secundaria del turno de la nocturna. Fue fácil porque presenté mi certificado del penúltimo año de educación. No falsifiqué ningún documento, si no que fui auténticamente yo.
No me sentía avergonzado de esto, todo lo contrario estaba orgulloso por muchos motivos. Uno de los principales era volver a una aula escolar, para recordar mis días de alumno regular tal como lo fui cuando frisaba los 15 o 16 años.. Era algo emocionante.
Sin embargo, durante mi asistencia a las horas de clase, me di con la grata sorpresa que todo el comportamiento de los alumnos, porque era el turno de noche y mis compañeros eran mayores de edad y uno de ellos hasta tenía una calvicie muy pronunciada, lo que representaba su mayoría de edad.
No deseaba mirar ese ángulo de mis “compañeros”, porque si me colocaba en la misma balanza, era uno más entre ellos, pero con la única diferencia que no estaba como un alumno que desea terminar sus estudios y posteriormente, tentar algo mayor. Estaba ahí para hacer un trabajo curricular.
El primer día fue el acabose, porque como borregos que buscan el calor del establo, así los alumnos entraban a las aulas previamente designadas para los del último grado de estudio. Muchos saludaban amigablemente y otros me miraban como bicho raro porque mi figura irradia algo diferente al resto.
Otros mas calmos me lanzaban una sonrisa como dándome la bienvenida a “su” colegio y que esperaban mi integración al grupo. Parecía que era una especie de admisión a las famosas casas o logias en un centro educativo, pues el colegio estaba ubicado en un distrito de nivel medio alto.
Me designaron a un aula del segundo piso, coincidentemente el mismo salón que terminé mi secundaria.  Me sentí volver sobre mis calzados de hace veinte años cuando aún utilizaba mi uniforme plomo que era el oficial y al sentarme recordé s mi profesora de historia del Perú, alta y bonita.
Una vez instalado en el aula, esperaba que el primer profesor haga su ingreso a darnos las primeras palabras de novísimo año lectivo, cuando de repente sucedió que a trostones y casi cayéndose un par de alumnos traspusieron la puerta y riéndose empezaron a saludar a todos los demás. A mi me miraron con ojos de sorpresa.
Entonces hizo su aparición un hombre viejo con un saco gastado y un maletín donde guardaba muchas hojas con nombres y calificaciones, era el profesor de Lengua y Literatura, del cual guardo muchos recuerdos, por las enseñanzas que supe aprovechar en esta segunda oportunidad de volver a clases. Antes no lo había hecho y eso me valió para aumentar mi bagaje lingüístico y escribir mejor mis artículos..
Así pasó el primer día de clase con un grupo de adultos que eran alumnos y se comportaban como una sarta de chiquillos, haciendo rabietas, gritando y hasta dándoselas de ser los mejores del aula, sin saber que detrás de ellos estaba una persona que ya había estudiado y era un universitario de cuarto ciclo. ¿Cómo es la vida, no?



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