VOLVIENDO AL COLEGIO
Bultos desformes pasan por el frente de la casa, como si fueran soldados desfilando en un aniversario patrio. Me doy cuenta que son remedos de hombres y hasta podría asegurar que algunas vez fueron personas como yo. Me mente empieza a transportarme a la realidad hasta que empiezo a ver una luz intensa que me dice que despierto de un sueño nocturno.
Bultos desformes pasan por el frente de la casa, como si fueran soldados desfilando en un aniversario patrio. Me doy cuenta que son remedos de hombres y hasta podría asegurar que algunas vez fueron personas como yo. Me mente empieza a transportarme a la realidad hasta que empiezo a ver una luz intensa que me dice que despierto de un sueño nocturno.
En ese momento quise recordar mi
sueño pero esto no lo puedo hacer y sin embargo aparece el recuerdo de mis días
en que fungí de escolar cuando frisaba los 24 años y estaba haciendo una
investigación universitaria, sobre el comportamiento del los alumnos ante un estimulo como el
periodismo escolar.
Un día se me ocurrido
matricularme en el último año de un colegio estatal de un distrito de nivel
medio. Y me atreví a hacerlo en el colegio donde terminé mi secundaria. Sabía que
era un atrevimiento pero las características se adecuaban al trabajo de investigación. Además quería aprovechar mi tiempo de vacaciones, tanto en la
universidad como en el trabajo.
Fui y sin problemas sorprendí a
la encargada de matrículas y pude volverme un alumno de secundaria del turno de
la nocturna. Fue fácil porque presenté mi certificado del penúltimo año de
educación. No falsifiqué ningún documento, si no que fui auténticamente yo.
No me sentía avergonzado de esto,
todo lo contrario estaba orgulloso por muchos motivos. Uno de los principales
era volver a una aula escolar, para recordar mis días de alumno regular tal
como lo fui cuando frisaba los 15 o 16 años.. Era algo emocionante.
Sin embargo, durante mi
asistencia a las horas de clase, me di con la grata sorpresa que todo el
comportamiento de los alumnos, porque era el turno de noche y mis compañeros
eran mayores de edad y uno de ellos hasta tenía una calvicie muy pronunciada,
lo que representaba su mayoría de edad.
No deseaba mirar ese ángulo de
mis “compañeros”, porque si me colocaba en la misma balanza, era uno más entre
ellos, pero con la única diferencia que no estaba como un alumno que desea
terminar sus estudios y posteriormente, tentar algo mayor. Estaba ahí para
hacer un trabajo curricular.
El primer día fue el acabose,
porque como borregos que buscan el calor del establo, así los alumnos entraban
a las aulas previamente designadas para los del último grado de estudio. Muchos saludaban amigablemente y otros me miraban como bicho raro porque mi figura
irradia algo diferente al resto.
Otros mas calmos me lanzaban una
sonrisa como dándome la bienvenida a “su” colegio y que esperaban mi
integración al grupo. Parecía que era una especie de admisión a las famosas
casas o logias en un centro educativo, pues el colegio estaba ubicado en un
distrito de nivel medio alto.
Me designaron a un aula del
segundo piso, coincidentemente el mismo salón que terminé mi secundaria. Me sentí volver sobre mis calzados de hace
veinte años cuando aún utilizaba mi uniforme plomo que era el oficial y al
sentarme recordé s mi profesora de historia del Perú, alta y bonita.
Una vez instalado en el aula,
esperaba que el primer profesor haga su ingreso a darnos las primeras palabras
de novísimo año lectivo, cuando de repente sucedió que a trostones y casi cayéndose
un par de alumnos traspusieron la puerta y riéndose empezaron a saludar a todos
los demás. A mi me miraron con ojos de sorpresa.
Entonces hizo su aparición un
hombre viejo con un saco gastado y un maletín donde guardaba muchas hojas con
nombres y calificaciones, era el profesor de Lengua y Literatura, del cual
guardo muchos recuerdos, por las enseñanzas que supe aprovechar en esta segunda
oportunidad de volver a clases. Antes no lo había hecho y eso me valió para
aumentar mi bagaje lingüístico y escribir mejor mis artículos..
Así pasó el primer día de clase
con un grupo de adultos que eran alumnos y se comportaban como una sarta de
chiquillos, haciendo rabietas, gritando y hasta dándoselas de ser los mejores
del aula, sin saber que detrás de ellos estaba una persona que ya había
estudiado y era un universitario de cuarto ciclo. ¿Cómo es la vida, no?
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