Vamos a tratar, un tema
interesante que nos llevará a recordar algunos aspectos importantes que toda
mujer debe tomar en cuenta antes de anticiparse a asumir el papel de víctimas, en vez de
victimarias.
Me estoy refiriendo
enfáticamente a los “Pre-Juicios”, que son pensamientos y supuestos
anticipados a los hechos, pero con un trasfondo delicado, que de manera
imprudente o deliberada, algunas mujeres se atreven a remarcar como una
SENTENCIA, adjudicándolos como hechos reales, sin tener elementos suficientes
para rebatirlos, ni pruebas contundentes con las cuales puedan demostrar
aquello que están “carburando” en la cochambrosa madeja de hilazas enredadas de
la mente. ¿Por qué no decirlo así?… Total… ¿qué más da?, si de alguna manera
tenemos que decirlo.
Por naturales la mujer posee
una imaginación increíble y una intuición a veces desproporcionada e infiel y a
flor de piel. Es muy común ver situaciones tal desesperantes, como igual llenas
de intriga, angustia, colapso de nervios, celos pasionales y estresantes,
cólera, impotencia, etc.
¿Qué grato puede ser una
mujer, vivir con la espina clavada en el corazón?
Que la duda la está matando,
coloca a la mujer insegura en un hilo suspendido entre el cielo y el infierno.
Por un lado desea creer, desea amar, desea confiar, y por el otro lado, siente
temor, rechazo a lo incierto, incertidumbre por lo desconocido, dolor,
lágrimas, autocompasión.
Se aferra destrozada a su
crisis emocional derivada de su necia fantasía, agrega supuestos que no
existen, los pone de manifiesto y por delante, como si fueran ciertos, los da
por hechos como su única bandera, convencida de que le fueron o le están siento
infiel: “Que le están poniendo cuernos”, “que su marido, su novio o compañero
ya no la ama”, “que ya la dejó por otra”, “que ya perdió el interés”, “que el
amor ya se le acabó”.
¡Por favor!. El amor no se
acabó, lo que se acabó fue la confianza, la fe, la esperanza. Lo que se rompió
fue la ilusión, perdió peso la emoción con la devoción, ahora la mujer siente a
la deriva de las circunstancias, suspendida –repito- entre el cielo y el
infierno, y sin nada a su alrededor de qué sujetarse, más que sus dudas, sus
celos y sus tormento. Un círculo vicioso en el cual gira sin recato y sin
piedad,
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