Conté mi nacimiento?
Bueno, un buen día, del mes de febrero, mi madre se enteró, no sé cómo, pero se enteró que estaba embarazada y luego de meditar y buscando las palabras apropiadas se lo comunicó al hombre de quien recaía la sospecha: mi padre.
Preparándole uno de sus potajes favoritos, “lomito saltado” con carnecita recién comprada, acompañado con un humeante cafecito y su pancito que recién había salido del horno en la panadería, se sentó a la mesa junto a él.
Con voz temblorosa y dubitativa, comenzó a manifestarle la buena nueva, de que las parejas que se aman y se prodigan caricias nocturnas, tenían como buen fin el de procrear un fruto de ese amor sincero y patatín y patantán, . Todo esto venía porque mi padre era un hombre muy arraigado de las costumbres familiares.
Como lo habían criado de una manera un poco sin afecto, sentía que los hijos deberían llegar luego de dos o tres años, pero mi madre estaba embarazada luego de seis meses y eso era catastrófico para la familia y para el bolsillo del papá.
Pero como él es, (y fue) un hombre muy responsable, lo tomó con buenos ojos y le aseguró a mi madre que “a la niña” no le faltará nada. Y le aseguró la atención en el hospital SSP, a donde todos los meses la llevaba a su control pre-natal.
Pasaban los días y las semanas, el vientre de mi madre crecía de una manera diferente al que había tenido durante el embarazo de mi hermano mayor, hasta que en el mes de octubre, siente por primera vez, los dolores de parto y no es que sea primeriza, sino que eran los mismos síntomas cuando parió a su primogénito.
Apenas sintió los primeros dolores, apresuradamente corre al Rebagliati y entra directamente al área de emergencia para que la deriven a Sala de Parto, pero luego de ser examinada, le manifiestan que era una falsa alarma: igualmente sucede dos semanas después: y la primera semana de noviembre, acude por emergencia: y le dicen que no se traumatice porque aún faltaba mas tiempo: pero... dentro de ella había una personita que estaba apurado por salir a este mundo y un día mi madre siente que la "fuente" se le rompe y no sabe que hacer.
Llama a su suegra, la madre de mi padre, quien un día me llamó ladrón, esa mujer la ayuda y la traslada al mas cercano centro asistencial porque el muchacho estaba reventando el vientre de la madre.
Luchan contra el reloj y salen dando un portazo miran para un lado y para otro y no ven ningún taxi no hay nadie que la ayude a trasladarla al hospital y la farmacéutica de una botica cercana le dice: “Señora llévela a la clínica que está cerca”.
Uyyyy! mis oiditos que aún estaban virgen de toda mentiras escuchó: ¡!CLÍNICA!! y mi abuela sin medir consecuencias ayudada por la señorita de la botica la trasladan a la Clínica Javier Prado, Centro Médico que por aquel entonces era una de las mejores de Lima, era exclusiva para gente pudiente y mi madre no lo era, menos mi abuela, pero los galenos al ver a mi madre desfallecer y con el vientre crecido se compadecieron y la llevaron al quirófano y cuando le empezaron a hacer el trabajo de parto vieron que mi piernita, estaba afuera. Ya estaba naciendo.
La primera impresión fue de que sería un buen deportista, futbolista o de cross contry, pero tiempo después demostró que fue un buen jugador de básquet. Las parturientas y el ginecólogo hicieron su trabajo y me pusieron en una cuna cuyas sábanas eran de seda.
Luego de revisar a mi madre y a mi que estábamos bien, manifestaron que debían hacerse el traslado al Centro Hospitalario que correspondía, el Edgardo Rebagliati Martins, cosa que lo hicieron, luego de permanecer medio día dándole alegría a las enfermeras.
Fue mi primer viaje en una ambulancia y creo que es la única. La emoción (acaso sabía que era eso?) hacía que me salga algunos aguuuu y gritos que mis acompañantes pensaban que algo me estaba doliendo y me prodigaban muchas atenciones.
Una vez que llegaron, mi madre y mi abuela – con este flamante niño – los encargados de Admisión, dieron el visto bueno de salud y nos tuvieron internado por dos días y de ahí, rumbo para la casa, donde nos esperaba el resto de la familia, con los brazos abiertos. Fui el centro de atención durante los siguientes dos meses.
Sin embargo, yo presentía que dentro del corazón de mis padres, en especial de papá, había una amargura con sabor a resignación, puesto que esperaba que el segundo fruto de su amor, fuera una mujercita, pero este pechito nació varón.
y eso fue hace .... varios de años, un once de noviembre y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
... cuando te veo cuando miro tus ojos cuando observo tus labios para aprender de memoria las facciones de tu rostro jejejeje Dios me dio el don de escribir y lo utilizo cuando me inspiro…
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