lunes, 9 de febrero de 2015

Cumplí 4 años (2004)



 

Hoy cumplo cuatro años en este país que me acogió a regañadientes. No quiero cambiar mi forma de ser, quiero ser el mismo Juan Carlos que soy. Sin embargo la vida diaria hace que uno comience a modificar mi comportamiento y también, la forma de hablar.

Un día en Perú tomé la decisión de viajar fuera del país y luego de indagar costo de pasajes y vuelos, quise conocer las playas caribeñas de arenas blancas y aguas transparentes que siempre hablaban los spots publicitarios y también, las personas que viajan, siempre se referían a esta parte del mundo como la mas exótica que hay en la tierra.

Preparé mi viaje para un 01 de noviembre del 2004, sin pensar mas, que conocer algo nuevo y diferente al Agua Dulce o Ancón que fueron mis playas preferidas.

Unos amigos, Miky y el Coyote, hicieron la víspera, el 31 de octubre (día de las Brujas) una especie de despedida y a tan solo horas de partir. Ellos me invitaron a tomar una cerveza Pilsen como señal de amistad y despedida. A la hora nona, el Gato fue quien se unió al trío de personas que me tributaron un “chau”.
Con un mareo y un fuerte dolor de cabeza que me estallaba, a eso de la una de la madrugada me despido de ellos y me voy a casa, donde mi molesta hermana me esperaba con sus hijos, y mi hermanita Charito. Eran, ellos, los únicos familiares que vería por última vez. Toño el hijo de mi hermano mayor me llevaría al aeropuerto dos horas después.

Apuro en bañarme y dejando mi cabeza debajo de la regadera para que el liquido elemento y lo helado me despeje el resultado de la cerveza y el ron que me invitaron. No puedo más y alisto mi exiguo equipaje, y me pongo un pantalón que compre en La Parada, unos zapatos que me quedan como un guante que hasta ahora no puedo usarlo más de dos horas y una camisa crema son mi vestimenta de viaje.

Tic, tac, tic, tac el reloj de la sala marca las 3 de la mañana y me han dicho que esté a esa hora en el aeropuerto, para iniciar los trámites de embarque y no hay visos de que yo esté listo, porque no encuentro mis ropas interiores, me falta dos cajas y recién me entero que Toño los agarró sin consultarme. No me molesto porque fue mi sobrino preferido quien los tomó.

Me arreglo el pelo sintiendo un alivio porque el dolor de cabeza está declinando y mis sentidos comienzan a ser más nítido. Bajo de la casa y volteando la cabeza y distingo que ésta empieza a desaparecer porque nos alejamos por la avenida desierta.
Añoro los días que corría como chiquillo entre los edificios de ese complejo habitacional, buscando a un amigo que se ha escondido, Rebusco entre mi mente esos momentos que sin importarnos nada, salíamos a la calle para encontrarnos con los palomillas de otro barrio e irnos a mataperrear como decía mi madre o a una fiesta.

Cómo olvidar los días de juventud donde empezaba uno a conocer el mundo y que antes pensaba que todo era la Telepostal, el colegio y la casa de mi abuela. Ese tiempo tuve mayor libertad, comencé a mirar las calles como algo mágico que tenía que descubrir si continuaba caminando.

Como una película que empieza a mostrarse en la pantalla de la vida, así es este momento que hundo teclas para recordar mis tiempos idos.

Llego al aeropuerto y me apeo del auto blanco que me trajo y entrando a la sala de embarque, le digo a mi sobrino: “Toño, toma mi pasaporte y paga el impuesto de salida, mientras hago cola”. Él presuroso con su “amigo del alma” obedece y al cabo de media hora vuelve con el documento sellado.

A esa hora, las 5.30 de la mañana, me despido de mi sobrino y de su amigo con un fuerte apretón de manos y un abrazo. Me ven que me voy y me adentro por una puerta de cristal. Volteo por última vez para despedirme con la mano y no lo veo, lo busco y rebusco por entre la gente que están ahí, a esa hora, despidiendo con lágrimas a sus seres queridos, pero no los veo.

Con la mirada en el suelo levanto mi equipaje de mano y mi carrito y voy a la sala que me indican. Son las 5.40 y dan orden para subir a un vehículo que nos llevaría al avión. Subo por la escalinata y le digo a la aeromoza que tengo asiento junto a la ventanilla, quería ver a mi Perú durante el viaje. Son las 06.05 de la mañana del 01 de Noviembre del 2004.

Me acomodo y junto a mi un señor con acento extranjero (yo también lo sería en breves momentos) nos saludamos y él se queda dormido. Yo mirando el mar distingo la costa de mi país. Veo Piura, que una temporada me recibió y me brindó una oportunidad que la perdí por culpa del Fenómeno del Niño. Veo Tumbes con su forma peculiar de colita y después, solo mar y mar.
Cuando pasa un par de horas nos avisan por el altoparlante que dentro de veinte minutos aterrizaremos en el aeropuerto Tocumén de Panamá y que ahí bajaremos ha hacer “escala técnica” o sea cambio de avión. Miro por la ventanilla para distinguir el famoso canal de Panamá, obra de gran envergadura que une el Pacifico y el Atlántico. Las nubes me impiden verlo pero de seguro que ahí estaba.

Bajamos y nos llevan a “tierra de nadie”, una gran sala donde hay muchas personas que están en calidad similar a la mía, de transeúntes. Miro mi reloj y son las 8.15 de la mañana. No me doy por entendido que en esa parte del mundo los husos horarios no son los mismos y hay una diferencia de una hora.
Luego de estar aburridos dos horas y 10 minutos, nos informan que los pasajeros de Copa Internacional, con destino a República Dominicana deben pasar por el pasadizo número 4, porque el avión partirá dentro de 15 minutos. Me apuro para ser uno de los primeros en subir, pero ya otros me habían ganado la delantera.

Subo con mi maletín-carrito y mi bolsa de algunos libros. Me ubico en el mismo lugar del primer avión y de nuevo en el aire. Veo la ciudad perderse entre la niebla que amenazaba suspender el vuelo. No pasó nada y solo observaba mar azul y barcos que iban de un lado para otro. Este mar es muy transitado.

Luego de un buen rato, nos comunican que llegaremos al aeropuerto Las Américas y todos se alistan para aterrizar, los auxiliares y personal de avión pasan por entre nosotros para asegurarse que tengamos el cinturón de seguridad puesto, imagino que no quieren perder ningún cadáver, jajajajajajaj

Una fina garúa choca el cristal de la ventanilla donde me encuentro. Las alas se baten de arriba para abajo y un fuerte viento hace que el avión entre en zona de vacío y siento que el estómago se sale de su lugar. Estoy nervioso porque se me viene a la mente la historia de Juliana Koeppe en la selva peruana.

La garúa se transforma en lluvia y esta no deja ver el cielo y la tierra. Cuando nos avisan que bajaremos, distingo el aeropuerto que se abre entre la niebla y tocamos tierra. El vuelo había terminado. Eran las 1.37 de la tarde en mi reloj. En República Dominicana las 2.37.

 

lunes, 26 de enero de 2015

SE DEROGÓ LEY PULPIN

Con la exonerada a la segunda votación, el Congreso de la Nación derogó la Ley de la Promoción Laboral Juvenil y con esto ha terminado una serie de dimes y diretes por parte de los congresistas, quienes defendían esta ley que impide los derechos plenos y recontaba los beneficios.
Miles de jóvenes en las afuera del Congreso estuvieron vivando por la derogatorio de la fenecida ley. Ahora solo queda la rubrica del presidente Ollanta Humala para su promulgación.
Con esta acción se pude ver que el gobierno siente que ya no son mayoría en el Congreso y deben de compartir su visión de gobierno respetando la democracia. El primer llamado fue la declinación, en momento previo a la votación, del viaje a Puerto Rico.
ESTO ES LA LUCHA DE LOS JOVENES POR EL PERÚ... y los demás peruanos.... parece que el futuro es de ellos. jejejejejeje

Morir cada día o cada noche


Es cierto, uno no se muere de repente; el proceso de morir comienza desde que naces, una carrera retroactiva donde ya tus días están marcados. Desde que uno nace comienzan a contar las horas, el tiempo, el inexorable tiempo va marcando tu temporada terrenal y en un almanaque que solo Dios conoce, está señalado el día en que también regresarás.
Recuerdo mi primera vivencia con la muerte, apenas tendría yo unos años cuando sentí en lo más profundo el fallecimiento de un tío político.
Juanito, tu tío Pio Juan ha muerto, me dijeron por teléfono, y no pude continuar hablando, había estrenado un nuevo dolor en mi corazón de niño, un dolor insospechado que sin saber se repetiría muchas veces durante mi vida, un dolor de pérdida, de abandono, de desolación que dejaría una cicatriz que me acompañaría siempre.
Con los años he tratado de colocar el momento de partir dentro de mi cotidianidad, de que sea como lo dicen los libros, un regreso, un retornar al gran misterio; en el caso de los creyentes, a un Creador amoroso que nos espera; o para aquellos que no esperan nada, un encuentro con la oscuridad, este final demasiado triste.
Hay muchas formas de morir, no es solo cuando el cuerpo ya no responde, se puede morir de dolor mientras estamos respirando, de desengaños, morir cuando nos abandonan, todas pequeñas muertes que van marcando la existencia.
Anoche volví a soñar y me desperté contento. No sé si es producto de que la muerte es una constante en mi vida y de que la tengo tan presente, pero en cierto sentido ha sido una respuesta a ese momento que, quieras o no, es un paso a lo desconocido como es cuando te enfrentas al momento de nacer.
En el vientre de nuestras madres nada sabemos del mundo que nos espera, nada sabemos de sistemas, de familias, apenas sentimos ligeramente lo que será el amor por el sentimiento de nuestra madre que, desde que nos engendra, es parte del proceso de formación, estamos ubicados en un universo maravilloso dentro de la placenta de la cual no quisiéramos salir nunca.
El paso regresivo debe ser algo similar, pero anoche lo percibí diferente.
 Estaba muriendo en el sueño, a mi lado mi familia, algunos amigos, cantidad de recuerdos, y poco a poco todo se fue desdibujando, los colores fueron perdiendo su intensidad, sentía una gran debilidad en el cuerpo, algo así como un desprendimiento, como si ya no lo necesitara y entonces fui entrando a otra dimensión; a la primera que presentí fue a mi abuelita, allí estaba ella con su mejor sonrisa, mi papá, mi mamá, mi familia tan querida, aquel amigo que perdí cuando niño… estaban todos envueltos en un silencio que para mí era música, estaban y los sentía pero solo percibía sus presencias sin necesidad de sus cuerpos, pero estaba totalmente seguro de que eran ellos y muchos otros, y ya no sentí miedo, entonces entendí todo.

Ellos, los que me precedieron, estaban allí esperándome, y el regresar me llenó de una alegría que no había experimentado nunca… 

domingo, 25 de enero de 2015

Quien manda en Casa?




En todas las épocas, los padres y madres han cometido errores en la formación de sus hijos. Esta afirmación recalca que las equivocaciones de hoy se resumen en una frase: los padres dan demasiado poder a los hijos. Los padres se preocupan demasiado por ellos y en ese afán por verlos siempre felices y nunca sufriendo, les dan todo lo que ellos pidan, incluso las cosas que no necesitan.
Los padres de hoy pertenecen a la última generación que obedeció y respetó a sus padres y son la primera generación que obedece y respeta a sus hijos. Hay comportamientos de los padres que deben ser revisados y corregidos como los errores que se presenta a continuación:

1. ‘¿Quieres cine o parque?’
Los padres permiten que los hijos tomen las decisiones desde muy pequeños. Si van a salir a comer les preguntan qué quieren ellos y los complacen, sin negociar. Si van de paseo a algún lugar, ellos también eligen. Lo mismo pasa cuando van al cine, o van a ver televisión, ellos escogen la película, el programa que van a ver.
Esta situación se repite en todos los ámbitos en los que haya más de una opción y los padres no refutan las respuestas de sus hijos sino que los complacen sin dudar. Poco a poco se los mal acostumbra a que ellos son los que mandan a sus padres.
Los niños llegan a pensar que así como en casa sus padres les hacen caso, en la escuela su maestra y amigos también deben obedecerlos. Pueden reaccionar agresivamente si no siguen sus órdenes.
Si se los malcría en la niñez, esta situación empeora en la adolescencia. En vez de pedir permiso para ir a un sitio, los jóvenes solo avisan a sus padres.
2. ‘¿Se dañó tu iPod? Toma otro’
Desde que son muy chicos tienen habitación y baño privado. Estos privilegios muy tempranos no permiten que ellos aprendan qué significa esperar un turno para bañarse o negociar con su hermano (con quien comparte la habitación) para apagar la luz antes de dormir. No viven esas pequeñas situaciones en las que se debe conciliar y empiezan a creer que siempre tienen la última palabra, porque nunca nadie les debate sino que ellos toman la decisión.
Esto puede desencadenar problemas en la escuela, donde deben compartir con los compañeros y no siempre tendrán todo lo que quieran. Les puede crear confusión que otro niño tenga más privilegios porque nunca han estado en una situación donde no sea el centro de atención.
Entre otros privilegios, los padres les compran objetos demasiado valiosos como celulares, equipos electrónicos como un iPad. Esto los mal acostumbra a tener demasiado a muy temprana edad. A medida que crecen van exigiendo mejores cosas y además esto los motiva a ser más materialistas.
3. ‘¿Quieres plata? Yo te doy’
Acostumbrar a los hijos a tener siempre un monto de dinero fijo es muy perjudicial. Al tener plata se los alienta al consumismo, a que compren cosas que a veces no necesitan. Los chicos corren el riesgo de volverse demasiado materialistas.
Cuando son niños les cuesta más valorar el dinero y si lo consiguen fácilmente, con solo pedirlo, creerán que es su derecho. Si en algún momento el padre no puede darles plata, reclamarán porque creen que es obligación de sus padres entregarles este valor.
En la adolescencia es aún más peligroso porque el acceso a comprar alcohol o drogas es más fácil si tienen el poder adquisitivo. Cuando uno de los amigos del grupo tiene liquidez, en la adolescencia es frecuente que los demás se aprovechen y le pidan que les compre cosas o los invite a comer. El chico con el dinero no se siente utilizado sino más bien poderoso, porque cree que tiene el control de sus amigos.
Garantizarles un monto fijo de dinero es otra forma de entregarles demasiado poder.
4. ‘Hoy no, que estoy cansado’
Los padres y madres trabajan demasiado hoy porque quieren reunir más dinero para poder dar a sus hijos lo mejor. Para ganar mejores sueldos deben trabajar más y por eso salen de casa muy temprano y regresan muy tarde.
Suelen dejar a sus hijos con la nana o con algún familiar y no están pendientes de qué les sucede a ellos durante este tiempo. Por lo general, al llegar a casa están cansados y casi no comparten momentos con sus hijos. Y si comparten a veces esos momentos los dedican a discutir porque, por ejemplo, el hijo sacó una mala nota o la hija no terminó de hacer el deber, etc.
Algunos padres no aprovechan el poco tiempo que les queda con ellos porque prefieren hacer ejercicio o reunirse con sus amigos. Los fines de semana sirven para compartir más momentos pero a veces tampoco los aprovechan. Hay padres que quieren descansar de su ajetreada semana laboral y no ir al parque a correr con sus hijos. Sin darse cuenta, descuidan el crecimiento de sus vástagos y desconocen con quién salen, qué hacen, si están en buen camino...
5. ‘Fresco, yo limpio tu cuarto’
Los quehaceres domésticos, como ordenar el cuarto, recoger su ropa sucia, guardar sus juguetes ya no son obligaciones que los padres exigen a los hijos, como ocurría antes. Muchos padres prefieren no exigir a sus hijos que hagan tal o cual tarea porque no quieren que ellos se enojen. Para no generar conflictos les exigen menos y los padres terminan haciendo las tareas que les corresponderían a los menores.
Para evitar estos desacuerdos, los padres se vuelven mucho más pacientes y permisivos. Esta falta de responsabilidades vuelve a los hijos más engreídos. Saben que tienen derechos pero se olvidan que tienen deberes. Se pierde ese equilibrio entre dar y recibir.
Si en casa no se acostumbran a tener un mínimo de tareas, en la escuela suelen tener problemas en los trabajos grupales en los que todos deben participar equitativamente en labores que resultan fastidiosas.
“Pobrecito, es muy niño para hacerse cargo de eso”, es una frase frecuente de los padres para justificar esta actitud.
6. ‘¿Verdad que yo soy mejor?’
La inestabilidad en los matrimonios desencadena una serie de problemas que pueden afectar a los hijos si no se aborda la situación con madurez.
Cuando se produce un divorcio o una separación, los padres se sienten culpables y tienden a buscar maneras de complacer a sus hijos. Los consienten en lo que ellos quieran, sin que haya conciliación.
Por ejemplo, si un papá ve a sus hijos solo los fines de semana, quiere que esos instantes su hijo sea feliz. Lo lleva donde él diga, le compra lo que pida, etc.
Además, tras las separaciones, muchas veces se produce un deterioro en la imagen de sus padres porque tanto la mamá como el papá hablan mal de su ex pareja. El hijo recibe las críticas que su mamá hace de su papá, y viceversa. Esto le crea confusión porque la imagen de referentes que tiene de sus padres se cae con los calificativos negativos sobre ellos.

El estrés y la tristeza que caracterizan a las separaciones a veces distraen a los padres, quienes no se preocupan por atender las emociones de sus hijos.

viernes, 23 de enero de 2015

LE CAE ARCO DE FUTBOL EN LA CABEZA




http://www.larepublica.pe/23-01-2015/independencia-menor-de-edad-en-estado-de-coma-tras-caerle-un-arco-de-futbol-en-la-cabeza

Esto Me hace recordar mis años de estudiante, allá por los años de 1972 – 73, cuando los alumnos del Centro Educativo Particular “PERU”, íbamos, los días del curso de Educación Física, aprovechando que estábamos vestidos con la indumentaria deportiva, a jugar al complejo deportivo que quedaba en lo que es ahora el Estadio de Madgalena.
Y una de esas tardes, ocurrió algo parecido pero cuyo resultado fue diferente. No hubo accidente qu{e lamentar, solo fue un susto para la treintena de alunmos que habíamos ido a compartir un momento de sano esparcimiento. El arco sur de una de las canchitas de fulbito se vino abajo por el peso de nuestro compañero Luis Palomino, un jovencito de ojos claros que era burla de todos. Especialmente de los de su salón.
Ocurrió que esa tarde, todos nos formamos en el centro de la losa y nos pusimos a escoger a los jugadores y Lucho fue derivado para estar en el arco, pues no era habilidoso para estar disputando un balón. Fue el arquero del equipo.
Este sexteto de alumnos demostraban mas “peso”, en el campo y los ataques eran continuos hacia el arco contrario y Lucho se sentía aburrido de cuidar las piolas del su escuadra. Hasta que empezó ha hacer piruetas con el horizontal del arco de madera.
Cada vez eran mas fuertes y duraderas las volteretas que Palomino hacía, hasta que la parte inferior, empezó a levantarse y eso hacía ser mas espectacular los volatines de Lucho. Cuando de repente, se vio que el arco comenzó a venirse abajo y con él, nuestro amigo Palomino.
El final fue, el arco cayó sobre la cabeza del muchachito y todos nos quedamos quietos, como si se paralizara el tiempo y nos hayan dicho “inmóvil!” emulando un juego infantil. Nadie dijo nada e hizo algo durante un momento.
Hasta que un hombre nos gritó: -¡Ayuden a su compañero! Recién ahí se nos vino “el alma al cuerpo” y fuimos directamente a donde se encontraba Palomino tirado. Levantamos el arco entre cinco y otros levantaban a Lucho, gritando ayuda y la asistencia de un doctor.
Corrimos como pudimos y trajimos a un galeno que tenía su consultorio al frente del colegio. Atentamente y sin mediar palabra nos acompañó y curó la fisura que tenía en la frente y le dio un analgésico. Eso nada mas y al día siguiente, como si nada hubiera pasado.
Desde ese día le cambió la vida a Luis Palomino, y ya no era Lucho, ni simplemente palomino, sino que era el “loco” por haber sobrevivido de tamaño accidente. La última vez que supe de él, fue cuando estuvo trabajando en una oficina de la Municipalidad de Lima Metropolitana.

jejejejeje les conté sobre mi nacimiento?

 
 
 
 
 
 
Bueno, un buen día, del mes de febrero, mi madre se enteró, no sé cómo, pero se enteró que estaba embarazada y luego de meditar y buscando las palabras apropiadas se lo comunicó al hombre de quien recaía la sospecha: mi padre.

Preparándole uno de sus potajes favoritos, “lomito saltado” con carnecita recién comprada, acompañado con un humeante cafecito y su pancito que recién había salido del horno en la panadería, se sentó a la mesa junto a él.

Con voz temblorosa y dubitativa, comenzó a manifestarle las ocurrencias del día, de que las parejas que se aman y se prodigan caricias nocturnas, tenían como buen fin el de procrear un fruto de ese amor sincero y patatín y patantán, . Todo esto venía porque mi padre era un hombre muy arraigado de las costumbres antiguas.

Como lo habían criado de una manera un poco sin afecto, sentía que los hijos deberían llegar luego de tres o cuatro años, pero mi madre estaba embarazada luego de seis meses de dar a luz a su primogénito y eso era catastrófico para la familia y … para el bolsillo del papá.

Pero como  él es, (y fue) un hombre muy responsable, lo tomó con buenos ojos y le prometió a mi madre que “a la niña” no le faltará nada. Y le aseguró la atención en el hospital del Empleado, a donde  todos los  meses la llevaría a su control pre-natal.

Pasaban los días y semanas, el vientre de mi madre crecía de una manera diferente al que había tenido durante el embarazo del hijo mayor,  hasta que en el mes de octubre, siente por primera vez, los dolores de parto y no es que sea primeriza o segundiza, sino que eran los mismos síntomas cuando parió a su primogénito.

Apenas sintió los primeros dolores, apresuradamente corre al Rebagliati y entra directamente al área de emergencia para que la deriven a Sala de Parto, pero luego de ser examinada, le manifiestan que era una falsa alarma, igualmente sucede dos semanas después y la primera semana de noviembre, acude por el servicio de urgencias y le dicen que no se traume, porque aún faltaba mas tiempo.

Sin embargo... dentro de ella había una personita que estaba apurado por salir a este mundo, hasta que un buen día mi madre siente que la "fuente" se le rompe y no sabe que hacer.

Llama a su suegra, la madre de mi padre, quien un día muy lejano, le llamó ladrón. Esa mujer la ayuda y quiere llevarla al mas cercano centro asistencial porque el no-nato, estaba tratando de salir a como de lugar, del vientre de la mujer, quien se sobreponía al dolor.

Luchan contra el reloj y salen dando un portazo, miran para un lado y para el otro y no ven ningún taxi, no hay nadie que la ayude a trasladarla al hospital y la farmacéutica de una botica cercana, le dice: señora llévela a la clínica que está cerca.

Uyyyy!  los oiditos del aún no nacido, que aún estaban virgen de toda mentira, escuchó, ¡clínica! y la abuela sin medir consecuencias y ayudada por la señorita boticaria, que por casualidad se llamaba Caridad, la trasladan referido centro de salud.

Esta Clínica, que por aquel entonces era una de las mejores de Lima,  exclusiva para gente pudiente y mi madre no lo era, menos mi abuela, pero los galenos al ver a mi madre desfallecer y con el vientre crecido ya punto de reventar, se compadecen y la llevan al quirófano. Cuando le empezaron a hacer el trabajo de parto vieron que la piernita, estaba afuera, el muchacho ya estaba naciendo y eso fue hace muchos años, un once de noviembre.

Esa misma tarde cuando ya estaba envuelto en sus primeras prendas de vestir, se escucha que los galenos discutían, que mi madre y su flamante bebé, deberían abandonar Clínica y ser trasladada a dónde le corresponde a una persona de su nivel social, al Hospital del Empleado.

Mis padres esperaban a una mujercita, pero en su lugar vino al mundo un robusto niño que ahora, luego de muchos años es un profesional de las letras y ha vivido una vida con muchos “baches”, lo cual le ha valido tener muchas anécdotas qué contar.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
 
 

domingo, 18 de enero de 2015

Hasta que por fin les pagaron




Pobres hombres, muchos de ellos curtidos por el sacrificio entregado al Estado, se pudo ver en las afueras de las agencias del banco de la Nación, ayer todo el día.
Podríamos ver a ancianos acompañados de sus nietos, que nunca supieron que un tiempo, les descontaron de sus sueldos, una cantidad que serviría para un Fondo Nacional de Vivienda. (?)
Me preguntó: - Cuántos de ellos se hicieron merecedores de prestamos para levantar, comprar o ampliar una vivienda. Creo aproximarme a la respuesta: - Solo los preferidos de las autoridades políticas.
Sin embargo ha llegado la hora de que sus aportes les sean devuelto, pero acá no queda todo. He escuchado voces que manifiestan lo irrisorio de la cantidad, pero...también otros que dicen: - algo es algo, pero es NADA.
Pues eso es verdad, "algo es algo, pero es nada", porque si se entra a un NO COBRAR, pues pasa el tiempo y chau, dinero que ya estaba en manos de los "viejitos", volaría a los bolsillos de algunos.
Un dia le dije a un amigo, "oye, parecen que paga el fonavi" y el muy pedante, me respondió que : me preocupe de trabajar y no estar pensando en locuras, pues le dije que hay que tener fe y esperemos que lo hagan afectivo en el mas corto plazo y podamos disfrutarlo.
Y... saben qué? El fue uno de los primeros en correr al Banco y hacer efectivo su dinero.
Jajajajajajajajaja
Cuídate que puedes tropezar y doblarte el pie. La curación te puede salir mas de lo que te han devuelto.

lunes, 12 de enero de 2015

Un Ángel en mi sueño


Hace varias noches tuve un sueño…

No, no es las letras de una canción de mi juventud. 

https://www.youtube.com/watch?v=PH7FaulrnFk

A continuación un relato de la jugada magistral que me hizo la mente, de aquella que nos tiene acostumbrada a cada momento.

“Una noche a finales de verano, empiezo a mirar el techo blanco de la habitación, recorro con la vista los enseres que en el hay. Miro mi modesta computadora añorando la de última generación que tuve en otros lares. Gran nostalgia siento por todo lo pasado y ahora estoy en el presente que me trae mucha soledad.

Wuauuuu!!!!, no sé porque pienso eso, si ya todo lo pasado es y no hay nada que pueda recomponerla. El gran culpable fui yo y nadie más. Tomé una determinación apurada y heme acá, solo y triste. ¡¡Sólo No!! Tengo a Cristo en mi corazón y nunca me abandonará.

Volviendo a mi estado en mi dormitorio siento afuera, en el piso inferior que algo ocurre y enun principio no me atreví a mirar porque una vez al hacerlo casi me cae un balazo de aquellos que se les conoce como “gatillo caliente”, disparan sin miramientos a todo lo que se mueve y causan daños irreparables y son inmunes a las condenas.

Pero, el ruido iba en aumento y la curiosidad conjugada con la formación profesional, pudo más y me ganó. Levanto toda mi humanidad de la cama y asegurándome no pase nada malo, me calzo las sandalias. Son una apropiada para la arena y el mar, que traje de mi paso por el Caribe.

Empiezo a acercarme sigilosamente a la ventana y de repente veo que un rayo de luz cruza de derecha a izquierda en forma perpendicular y me percato que cae dentro del jardín de la casa. Observo que está hundido en un hoyo de caso tres metros y dejo pasar uno minutos hasta que dándome valor bajo las escaleras y salgo a mirar.

Empiezo a acercarme sigilosamente a la ventana y de repente veo que un rayo de luz cruza de derecha a izquierda en forma perpendicular y me percato que cae dentro del jardín de la casa. Observo que está hundido en un hoyo de caso tres metros y dejo pasar uno minutos hasta que dándome valor bajo las escaleras y salgo a mirar.

Algo se movió detrás de un gran roble que está plantado a un lado del jardín y que data de muchos años. Se volvió a mover y ahí, si me asusté. Era algo que tenía un alto como de mi tamaño y pesaría como 57 kilos, pero ¡oh! Y doble ¡oh! ¡oh! Era una mujer!!!!!

Me restregué los ojos para ver bien y en verdad era una mujer que al notar que la descubrí, hizo un ademán de esconder algo detrás ella. Me di cuenta que era una beldad de complexión mediana, con su pelo castaño y de mirada dulce cuyos ojos marrones contrastaban con su rostro dándole un aspecto angelical.

Automáticamente, mi cualidad de caballerosidad se hizo presente y le empecé a hablar, pero ella no me escuchaba y yo menos, no sabía lo que decía. Era algo como si nos envolviera y no había sonido alguno. No me amilané y seguí con mi perorata. Ella me miraba, en un principio asustada y después, empezó a sentir confianza porque mi trato fue hacia una dama y yo en realidad respeto a toda mujer porque se que he salido de una de ellas y jamás permitiría que mancillen su nombre.

Además tengo dos hijas mujeres y jamás dejaría que ningún individuo la maltrate. ufffff, ufffff, se me salió el papá vigilante. Jejejejejeje

Bueno, regresemos al jardín.

La mujer al tomarme confianza, me dijo en dónde estaba y le conté que estaba en el jardín de la casa dónde alquiló una habitación-estudio y que un fuerte ruido me despertó y al ver por la ventana que está en el segundo piso mire que algo caía del cielo y al acercarme a donde cayó solo encontré un gran hueco.

Ella puso cara de seria, dándome a entender que no le gustó mi respuesta y por segunda vez me doy cuenta que trata de esconder algo detrás suyo y agudizando mi vista, noto que algo le cuelga del hombro o quizás era de la espalda. Era algo así como un penacho de los indios pieles rojas.
En eso quiere dar un paso y trastabilla. Le doy mi mano para que se apoye y cuando veo asombrado que lo que escondía era un ala, un ala como la de los pájaros, como el que tienen… Ella me abrazó y me murmuró algo al oído.

Traté de entenderlo pero un sopor me hizo perder mi ecuanimidad y estuve a punto de desmayarme, pero la fuerza que hice logró su propósito y permanecí con mis cinco sentidos (?). Ahora ella quien me ayudaba a estar de pie. Me pareció un chiste, el héroe siendo rescatado por la extraña en peligro.

Me puso a buen recaudo y antes de desaparecer volvió a decirme algo al oído y ahora si se que es lo me habló. Me llamo ...........................  y no le cuentes a nadie de este momento porque sino mi señor se molestará mucho. Yo entre dientes le respondí, quédate acá que no te pasara nada, porque soy Juan Carlos, como el ex Rey de....

Caí rendido y me desperté en mi cama todo húmedo, estaba sudando de pies a cabeza. El sol entraba a la habitación en todo su esplendor y mirando el jardín, en el lugar donde supuestamente, cayó ella, solo había una nueva flor, blanca y ahí recién pude darme cuenta que ella, era un ángel del Señor”.

Espero te haya gustado, Dios te bendiga….